La medicina siempre asegura que la prueba de sus prácticas es la experiencia. Platón tenía razón, por tanto, cuando decía que para llegar a ser un verdadero médico se debe haber sufrido todas las enfermedades que uno pretende curar y todos los accidentes y adversidades que uno pretende diagnosticar.

MICHEL DE MONTAIGNE, Ensayos, 1588

martes, 21 de febrero de 2012

Trastorno de la personalidad por dependencia (T.P.D.)

¿Alguna vez habéis sentido que si os faltara alguien no podríais continuar? ¿Que si esa persona desapareciese de vuestras vidas no podríais seguir adelante? No  hablo de una muerte. Tampoco ha de ser una persona imprescindible en la vida como lo pueda ser una madre o alguien que haya estado siempre a nuestro lado y al irse deje un hueco enorme imposible de suplir. Tan sólo hablo de alguien que, queriéndolo o sin quererlo, te dé los ánimos suficientes para hacer algo que sin esa persona no harías. Hablo de ser y sentirte dependiente de esa persona. 

Todos en cierta medida dependemos de alguien. La famosa mamitis es igualmente una dependencia de la madre sin quien no nos vemos capaces de hacer algo y a quien recurrimos. Como digo, a todos nos pasa en cierto grado, pero esto puede llegar a ser un problema grave cuando comienza a ser lo que condiciona nuestra vida.


Este relato es un relato real que pertenece a un libro titulado: Tratando... Trastorno de la personalidad por dependencia de Montserrat Postigo.







   "Era una chica alta y delgada. Tenía un aspecto muy agradable y una sonrisa encantadora. Se llamaba Carmen. Tenía 22 años y estudiaba cuarto de Medicina.
   Buscaba ayuda porque últimamente no podía estudiar. Se encontraba apática, desanimada, sin fuerzas y, lo peor, sin ilusión. Estaba tirando el curso por la borda y se sentía inútil, torpe indisciplinada, una auténtica calamidad. Se veía así misma como una cría irresponsable que estaba acabando con el dinero y con la esperanza de sus padres.
   A pesar de todo, Carmen lo intentaba una y otra vez. No se sentía con ánimo para ir a la facultad, pero, cada día, se levantaba temprano y se sentaba delante de su mesa de estudio. Era imposible. No conseguía centrarse, ni por unos minutos, en los temas que tenía que trabajar. Rápidamente acudían a su mente los pensamientos que la dispersaban. No podía quitarse de la cabeza la mala suerte que tenía, lo triste que era su vida y lo sola que estaba. Se sentía desafortunada desde que su mejor amiga, Cristina, se trasladó por motivos familiares a otra ciudad. Tenía otras amigas, pero no era lo mismo.
   Cristina la entendía como nadie, era su confidente, su apoyo, su guía, su amiga del alma. Juntas lo hacían todo. Cuando iban a la facultad, Carmen se encargaba de recoger a su amiga cada mañana. Esto le suponía treinta y cinco minutos más de desplazamiento ya que la obligaba a salirse de su recorrido habitual y a entrar en el centro de la ciudad. Pero a ella no le importaba, era su amiga, y le daba igual tener que levantarse media hora antes y llegar a casa media hora después.
   Habitualmente se quedaban a estudiar en la biblioteca y juntas decidían a qué asignaturas se iban a presentar, cómo se iban a organizar el tiempo de estudios, qué iban a hacer durante el fin de semana y hasta qué ropa se iban a poner para los distintos acontecimientos.
   Ahora Carmen se sentía perdida, sola, abandonada. Había tenido estalas difíciles en su vida, pero nunca se había sentido tan mal.
   Recuerda que tuvo otro "bajón" cuando su novio cortó con ella. Sabía que aquella relación estaba muy deteriorada, que eran víctimas de la rutina y que ya no tenían nada en común. Pero, a pesar de todo, Carmen sufrió mucho, eran novios desde que eran casi unos niños y le costó mucho acostumbrarse a hacer cosas sin su chico.
   Poco a poco, con el apoyo de su familia y de alguna amiga, fue superando su sensación de abandono y sus sentimientos de vacío. Dos años después de la ruptura tuvo que enfrentarse a otra situación difícil para ella: decidir qué carrera iba a estudiar. Siempre le había gustado Medicina pero elegir esta carrera la obligaba a trasladarse a otra ciudad. Se sentía incapaz de valerse por sí misma y le aterraba la idea de vivir sola. Finalmente, después de pedir opinión  a mucha gente y después de pensarlo mucho, decidió seguir el consejo de sus padres y estudiar Medicina.
   Los primeros meses fuera de casa fueron terribles; lloraba a diario. Cada día llamaba varias veces a casa para resolver con su madre sus pequeñas dudas. Se pasaba horas al teléfono contando lo triste que se sentía y lo difícil que era la vida fuera de casa. Todo le costaba. Salir de la cama por las mañanas era uno de los mayores esfuerzos diarios. Ese momento era tan duro que su madre la tenía que llamar cada día para proporcionarle el ánimo suficiente. Comer sola era impensable. Así que se quedaba en el comedor de la facultad y hacía todo lo posible para coincidir con alguien de su clase. Aprovechaba cada fin de semana o festivo para ir a casa de sus padres y al volver, siempre la misma sensación de soledad, de tristeza, de vacío.
   Pero de pronto, todo cambió. En ese momento apareció en su vida Cristina.
   Un frío y lluvioso día de Noviembre coincidió en el comedor con Cristina. Ya habían hablado en otras ocasiones, pero de forma muy superficial. Carmen no se atrevía a profundizar en la conversación con esta chica, no sabía qué decirle. La consideraba tan inteligente, tan sociable, tan guapa, tan segura de sí misma, que ella, a su lado, se sentía el ser más insignificante del planeta.
   Tenía miedo de decir alguna tontería, de no estar a la altura, de meter la pata. Pero aquel día fue especial. Cristina estuvo tan simpática con ella y le contó tantas cosas, que el diálogo fue muy fácil. Carmen se sintió tan cómoda que no pudo resistirse y le propuso llevarle a su casa en coche. Estaba lloviendo y no era un buen día para ponerse en la parada del autobús, así que Cristina accedió encantada. Desde aquel día, su amistad se fue consolidando y su vida cambió por completo.
   Ya no necesitaba que su madre la llamara por la mañana para poder levantarse. Le bastaba la motivación de recoger a su amiga, e ir juntas hasta la facultad. Ahora todo tenía otro color. La hora de comer era el mejor momento del día; comían juntas y luego planificaban la jornada mientras disfrutaban un café. Los fines de semana también eran fantásticos. Estudiaban juntas, iban de compras, salían con los amigos, en fin, un no parar. Carmen dejó de ir a casa de sus padres los días festivos y su madre empezó a quejarse de que no le veía el pelo a su hija.
   Así fueron pasando varios cursos, pero, de pronto, un mal día, la amiga de Carmen, su amiga del alma, se fue a vivir a otra ciudad, y todo volvió al mismo punto."






He recalcado algunas frases del relato por ser específicamente típicas de este trastorno. 


Por ejemplo, una frase o pensamiento muy frecuente de una persona que lo sufre es la primera. Frases que indican la poca confianza en sí mismo, que hacen desmerecer sus actos y acciones, que implican hacer ver a los demás que ellos no valen nada.


"...se sentía inútil, torpe indisciplinada, una auténtica calamidad. Se veía así misma como una cría irresponsable que estaba acabando con el dinero y con la esperanza de sus padres."






En cambio, tienden a "ensalzar" a los otros, como por ejemplo se ve en la frase en la que describe a su amiga.


"La consideraba tan inteligente, tan sociable, tan guapa, tan segura de sí misma, que ella, a su lado, se sentía el ser más insignificante del planeta."




Dado que los demás son superiores y ellos mismos, dicho en primera persona, insignificantes, carecen de autoestima y no son capaces de tomar decisiones por sí mismos. Sea un tema importante o algo que nunca sería considerado importante por apenas nadie, se sienten en la necesidad y casi en la obligación de pedir consulta antes de hacer cualquier cosa. 


"...juntas decidían..."
"...seguir el consejo de sus padres..."
"...llamaba varias veces a casa para resolver con su madre sus pequeñas dudas."




Tienen muy poca confianza en sí mismos y por ello tratan de mantener esas relaciones puesto que dependen de ellas y solos creen que no podrán valerse. Una forma de indicar que los demás son mejores y valen más que ellos es por ejemplo aguantarlo todo y mostrarse extremadamente amables e indudablemente fieles con respecto a los demás. Temen que si no son así, les dejen solos y vuelvan al mismo punto. Suelen anteponer la felicidad de otros a la suya propia y si hace falta, se rebajan con tal de que todo siga igual y piden disculpas de forma excesiva aunque no hayan sido culpables de nada.


"...se encargaba de recoger a su amiga cada mañana. Esto le suponía treinta y cinco minutos más de desplazamiento..."




Bien es cierto que el depender de alguien se considera algo "normal" porque es como pedir ayuda cuando no eres capaz de hacer algo, es "necesario", nosotros no podemos hacerlo todo. También es verdad que esta vida es una vida social y la gran mayoría de las personas tenemos a alguien en quien apoyarnos, bien sea una pareja, un familiar, un amigo... En parte, somos todos dependientes. Además, nuestra meta en la vida está asociada a mantener y conseguir a las personas que apreciamos y tratar de encontrar a "esa" persona y se considera que si no lo consigues, habrás fracasado. Por estas razones, el trastorno de la personalidad por dependencia es el trastorno más habitual.


"...le costó mucho acostumbrarse a hacer cosas sin su chico."




Las causas más frecuentes y por las que uno se da cuenta de que puede sufrir este trastorno suelen ser las rupturas (ya sean amorosas o simplemente afectivas), una muerte, un cambio de residencia, de trabajo...


"...Cristina, se trasladó por motivos familiares a otra ciudad."




Como personas dependientes, siempre buscan estar acompañados.

"...hacía todo lo posible para coincidir con alguien..."




Una vez que dependes de alguien, sólo te hace falta que todo continúe igual.


"Ya no necesitaba que su madre la llamara por la mañana para poder levantarse."

4 comentarios:

  1. Me has dado una alegría porque gracias a este post he descubierto que no soy una persona que depende de otra! ^^

    Ahora en serio, depender de otra persona no es bueno porque apaga tu propia personalidad. Lo malo, como en todo, es que precisamente quién sufre de este transtorno es el último en darse cuenta de ello y muchas veces los familiares o amigos no lo ven porque, de una forma u otra, todos tenemos cierte dependencia del resto de personas que nos rodean :/

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  2. Yo soy una persona totalmente dependiente, si tengo que hacer algo y especialmente si es algo nuevo, tengo que ir con alguien y si no, no lo hago. Ir al gimnasio con una amiga, a un curso con un familiar... Pero siempre acompañada. Lo veo un trastorno muy, muy parecido al síndrome de Wendy. Me encantaría poder estudiar estos temas y ver las diferencias y similitudes.

    Lo peor del trastorno es que tú crees que estás bien, pero tan sólo es algo pasajero, que puede cambiar en cualquier momento y cuando pierdes a la persona que te ayuda a seguir adelante, tu mundo se desmorona.

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  3. Lo bueno es que sabes ver que tienes una dependencia de alguien. Lo bueno de tu caso es que no dependes de una persona en especial si no que dependes de la compañía de quien sea para determinados momentos o situaciones ;)

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  4. Ya sabes, es algo más que tengo pendiente, depender tan sólo de mí misma.

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